La tercera sesión del juicio por la muerte del joven de 21 años ocurrida el 3 de febrero de 2024 en el apeadero de Boo de Piélagos se centró este miércoles en los resultados de la autopsia, presentados por los forenses en la Audiencia Provincial de Cantabria. Según los especialistas, la causa de la muerte fue una conmoción medular sufrida por el joven tras caer violentamente a las vías del tren, lo que le provocó una alteración física «brutal» en los mecanismos respiratorios.
El forense detalló que el joven, vecino de Polanco, presentaba múltiples lesiones contusas en el cuerpo, incluyendo golpes en la cabeza, rostro y tronco, producto tanto de los impactos directos como de las caídas. La posición en que quedó sobre las vías y la distancia respecto al andén confirmaron que la víctima fue lanzada «con fuerza» hacia los raíles tras recibir una agresión por parte de los acusados, dos jóvenes de 19 y 20 años. Los expertos descartaron que la caída fuera accidental, como un tropiezo, y señalaron que el impacto sobre el cuerpo fue tan fuerte que el joven fue proyectado a una distancia de 90 centímetros.
Los procesados se enfrentan a una pena de hasta 13 años de prisión por un presunto homicidio, aunque el tribunal aún no ha decidido si hubo intencionalidad en la acción. La acusación particular sostiene que se trató de un acto violento, mientras que las defensas insisten en que fue un accidente. Los acusados, que están en prisión provisional desde el incidente, declararon que la víctima se bajó del tren y los agredió antes de caer a las vías, lo que ellos describieron como un «accidente».
Durante la sesión también se presentó la información sobre el estado físico de la víctima, quien medía 1,80 metros y pesaba 75 kilos. Los forenses detallaron que, además de las lesiones por los golpes, el joven había consumido una gran cantidad de alcohol (1,35 gramos por litro de sangre), lo que podría haber influido en su inestabilidad y falta de coordinación.
Asimismo, se aportaron pruebas de ADN y sangre tanto de la víctima como de los acusados en la escena del crimen. La Guardia Civil presentó pruebas de comunicaciones entre los procesados poco después del suceso, incluidas llamadas telefónicas y mensajes de texto que aparentemente intentaron borrar, lo que podría haber sugerido un intento de ocultar evidencias.
En su declaración, un perito defensor sugirió que la caída fue producto de la mala suerte, exacerbada por el consumo de alcohol, y cuestionó la posibilidad de que la víctima hubiera sido lanzada con una patada, dada su complexión. Sin embargo, el tribunal aún no ha emitido un fallo definitivo sobre si se trató de un accidente o un homicidio intencionado.