Bajo el manto de una noche gélida que olía a gloria copera, el Racing desplegó las velas de su particular armada verdiblanca y mandó a pique al Villarreal en las profundidades de los Campos de Sport. Dos torpedos letales de Juan Carlos Arana –minuto 6 y 28–, un muro infranqueable y el alma de 20.768 almas en éxtasis bastaron para tumbar al tercer clasificado de Primera, ese Submarino Amarillo que navega por Champions pero naufragó ante la fiereza cántabra. Marcelino García Toral, exartillero racinguista, volvía al feudo que le vio triunfar en UEFA y semis de Copa, pero se marchó con la bilis revuelta, como tantas veces en esta tierra de pasiones indómitas.
José Alberto, el navegante asturiano, lanzó su flota B al mar con audacia de corsario: solo Andreev bajo palos repetía del duelo liguero ante Leganés. Mario García hendió las aguas por izquierda en el amanecer del combate, sirviendo un obús al área donde Arana, con cintura de pantera y zurda de poeta, desarmó a Foyth –campeón del mundo– y abrió la brecha (1-0). La grada rugió como el Cantábrico en tormenta, espoleando a los menos habituales que, tocados por la varita de la fe, mutaron en titanes. Antes del cuarto de hora, Íñigo Sainz-Maza, capitán de Ampuero con uñas de acero, robó en zona hostil y regaló el segundo a Arana, que cruzó con la precisión de un relojero suizo (2-0). El Sardinero era un volcán, el Villarreal un barco a la deriva.
El intermedio trajo vientos cruzados. Gustavo Puerta relevó al capitán, mientras Marcelino agitaba su timón con Buchanan y otros salvavidas. Andreev, muralla búlgara, frustró a Mikautadze en área chica y a Ayoze en emboscadas. Los verdiblancos, con Suleiman Camara galopando por banda y Yeray tejiendo amenazas, resistieron el vendaval amarillo con solidaridad de hermanos de sangre. José Alberto dosificó su artillería –Javi Castro, Villalibre, Andrés Martín– y el reloj corrió a su favor, aunque el árbitro Isidro Díaz de Mera avivó las llamas con un arbitraje errático que acabó expulsando al míster local por doble amarilla.
La sombra del drama asomó en el 86: Ayoze Pérez pescó en revuelto río para el 2-1, inyectando veneno al epílogo. Nueve minutos de prórroga –con amarillas a Puerta, Aldasoro, Camara por los locales; Moleiro, Buchanan, Marín por visitantes– estiraron el sufrimiento racinguista hasta el límite. Comesaña cabeceó alto, Solomon falló por poco, pero Manu Hernando estrelló el cuarto en Tenas en contra final. El pitido liberador desató la erupción: El Racing en octavos, la Copa palpando el cielo cántabro.
José Alberto lo resumió con orgullo de veterano: «Victoria de prestigio ante un rival de Champions, con solidaridad y derroche físico de todo el equipo». Arana dedicó su doblete al tío ausente, y El Sardinero coreó que la Copa, ese viejo amor, sabe a néctar eterno. Que pase el siguiente, que la flota verdiblanca está lista para nuevas singladuras.
Racing: Andreev, Sangalli (Javi Castro, 60), Manu Hernando, Facu, Mario García; Íñigo (Gustavo Puerta, 46), Aldasoro, Yeray, Suleiman (Andrés, 68), Sergio Martínez (Maguette, 85); Arana (Villalibre, 60).
Villarreal CF: Arnau, Adrià Altamira (Buchanan, 46), Rafa Marín, Foyth (Renato, 56), Mikautzade (Solomon, 83), Comesaña, Pepe, Moleiro, Ayoze Pérez, Sergi Cardona (Pedraza, 56) y Carlos Macià Oluwaseyi, 56).
Árbitro: Isidro Díaz de Mera. Expulsó, por doble amarilla, al entrenador del Racing, José Alberto (minuto 78). Amonestó a los verdiblancos Suleiman, Gustavo Puerta y Aldasoro, así como a los visitantes Foyth, Moleiro, Buchanan.
Goles: 1-0. Minuto 7. Arana; 2-0. Minuto 28. Arana; 2-1. Minuto 86. Pedraza.
Incidencias: dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Campos de Sport de El Sardinero. 20.768 espectadores.














