Hay partidos que trascienden lo futbolístico y se instalan en el imaginario colectivo. El Sporting–Racing es uno de ellos. Un clásico del norte, de los que se sienten más que se juegan, cargado de historia, emociones y viajes compartidos. Los verdiblancos llegan con viento a favor, instalados en el coliderato y sostenidos por una victoria liberadora frente al Málaga que les devolvió la solidez y la sonrisa. El Sporting, en cambio, vive días de agitación: ha destituido a Asier Garitano tras caer en Castalia y estrena técnico, Borja Jiménez, un viejo conocido del racinguismo que hoy se estrena ante la afición rojiblanca.
El duelo, que se disputará este domingo a las 16:15 en El Molinón–Enrique Castro “Quini”, volverá a reunir a dos aficiones hermanadas por la historia y por nombres que aún unen sus destinos. Manolo Preciado, símbolo eterno de pasión y coraje, sigue siendo el puente sentimental entre cántabros y asturianos. Cada enfrentamiento entre ambos regresa inevitablemente a su figura. Como también regresa hoy José Alberto López, técnico del Racing, que conoce cada rincón de Mareo y que vivirá un retorno especial. A su lado, Pablo Álvarez volverá a pisar el césped que un día fue su casa, con el cariño intacto de una grada que no olvida.
El Racing aterriza en Gijón reforzado. El contundente 3-0 frente al Málaga ha devuelto las certezas a un equipo que necesitaba frenar su desconexión y, por fin, mantener la portería a cero. José Alberto parece haber encontrado la fórmula en la pareja de centrales formada por Facu González y Pablo Ramón, un muro en el que confía repetir. Mantilla y Salinas apuntan de nuevo a los costados, mientras que el regreso a la convocatoria de Juan Carlos Arana añade dinamismo ofensivo. Con Peio Canales y Andreev aún ausentes, el técnico verdiblanco insiste en que “el rendimiento individual está creciendo y los roles se van asentando”. Y se nota.
Los duelos recientes invitan al optimismo: siete partidos consecutivos sin perder frente al Sporting, incluidos los dos últimos en LaLiga Hypermotion, que terminaron con victoria cántabra y empate. Además, los santanderinos todavía no conocen la derrota lejos de casa esta temporada. Albacete, Almería y Córdoba fueron testigos de un Racing eficaz y ambicioso, capaz de remontar y golpear con pegada a base de goles. El desafío es mantener esa cara sólida también en un escenario que siempre exige carácter.
Para los asturianos, en cambio, el encuentro llega envuelto en incertidumbre. Los números son elocuentes: cinco derrotas en ocho jornadas y un juego irregular que ha lastrado a un equipo llamado cada año a pelear por el ascenso. Borja Jiménez, que en su presentación advirtió que “no hay varitas mágicas”, asume el reto con el propósito de reactivar una plantilla de calidad, con Otero, Dubasin, Gelabert y Gaspar Campos como principales referencias ofensivas. El técnico abulense, que ya se cruzó con el Racing en los días de Segunda B y Primera RFEF —y cuyas derrotas ante los cántabros marcaron su salida del Deportivo—, busca reconciliar al Sporting con su gente a base de ilusión y ajustes.
Más allá de los esquemas y las tácticas, el ambiente será protagonista. Torrelavega, Santander y todo el arco norte volverán a teñir Gijón de verde. Ni el intento del club rojiblanco por limitar las entradas ha frenado el desplazamiento masivo. Cientos de racinguistas llenarán los bares del centro antes de subir a El Molinón, entre fabes, cachopos y sidra, con el corazón puesto en sus colores. El estadio rozará el lleno y, pese a las restricciones, el cántico visitante volverá a retumbar como cada año.
En el plano deportivo, las incógnitas se extienden sobre el once local. Jiménez ha insinuado cambios profundos, aunque nadie fuera del vestuario sabe a ciencia cierta qué sistema elegirá. Podría mantener el 4-2-3-1 heredado de Garitano, con Corredera y Justin Smith en la medular y Otero como punta de lanza, pero tampoco sería extraño ver un dibujo más agresivo. “Nos centramos en lo que depende de nosotros”, dijo José Alberto, consciente de que en este tipo de duelos la intensidad y el equilibrio emocional deciden más que el dibujo táctico.
El Racing, mientras tanto, no reniega de su identidad. Viajó el mismo domingo por la mañana, fiel a su estilo “a la antigua”, sin concentraciones previas. Y lo hace con la ilusión de alcanzar un liderato que sentiría simbólico en un escenario tan emblemático. En Gijón, como tantas veces, se encontrará a un rival herido y a un público exigente. Pero también, quizás, a una nueva página para engrandar su racha ante el Sporting. Un duelo de norte y orgullo, de memoria y presente, de dos equipos distintos, pero con un mismo lenguaje futbolero.