El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAAD) de Cantabria vive un proceso de desmantelamiento progresivo que ha dejado a miles de dependientes y a sus familias en una situación de abandono. El problema no es nuevo: en enero, el Gobierno de Cantabria ya eliminó el servicio de apoyo a cuidadores en el entorno familiar, lo que significó el despido de siete trabajadores y la pérdida de un respaldo esencial para familias que cuidaban de personas dependientes en casa.
Sin embargo, la situación ha empeorado. Dos trabajadoras sociales, bajo anonimato, denunciaron a Cantabria No Se Vende (CNSV) que actualmente hay un incumplimiento generalizado de los contratos de licitación, lo que provoca que no se estén dando altas en el servicio. «Las personas dependientes están absolutamente desprotegidas», afirman, describiendo una cadena de retrasos que comienza con los seis meses que establece la Ley de Dependencia para evaluar los casos y que, en la práctica, se alarga otros dos, cuatro o incluso seis meses adicionales antes de recibir atención efectiva.
Las empresas adjudicatarias, entre ellas Senior Servicios Integrales, UTE DEVA y Urgatzi, justifican los retrasos alegando la falta de personal en las oficinas de empleo. Sin embargo, las trabajadoras aseguran que el problema radica en las pésimas condiciones laborales del sector. «En lugar de mejorar las condiciones para atraer a más profesionales, simplemente dejan de prestar el servicio», denuncian.
El impacto de esta situación es devastador. Un anciano, usuario del servicio desde mayo, ha recibido atención de más de 20 auxiliares diferentes en menos de un año. «Con esa temporalidad, entiendo que no puedan esmerarse ni preocuparse demasiado por mí», confesó este usuario a una de las trabajadoras. Este tipo de rotación constante no solo afecta la calidad de la atención, sino también la dignidad y autoestima de las personas dependientes, que ven cómo su cuidado se convierte en algo impersonal y rutinario.
Además, hay casos de usuarios que, pese a contar con resoluciones favorables y recursos ya asignados, permanecen sin asistencia por más de seis meses. Las empresas incumplen los acuerdos contractuales, pero no enfrentan sanciones ni la rescisión de contratos por parte del Gobierno.
Condiciones laborales precarias
Las trabajadoras del SAAD, en su mayoría mujeres, enfrentan jornadas parciales que dificultan la conciliación, sueldos que no llegan al salario mínimo, grandes desplazamientos que deben costear con sus propios vehículos y una total falta de reconocimiento de enfermedades laborales. Movilizan diariamente a personas encamadas, atienden casos de graves dependencias y, con frecuencia, sufren lesiones físicas que no son reconocidas como accidentes de trabajo.
El agotamiento físico y emocional también es alarmante. Muchas trabajadoras confiesan que han tenido que recurrir a medicación para sobrellevar la presión del día a día, mientras se enfrentan a un entorno laboral que carece de apoyo técnico y emocional. “En definitiva, somos enfermos cuidando a enfermos”, resume una de las trabajadoras.
Esta realidad no solo afecta al SAAD de dependencia gestionado por el Gobierno autonómico, sino también a los servicios de ayuda a domicilio de los ayuntamientos, que también están externalizados y replican las mismas condiciones precarias.
Un modelo insostenible
Desde Cantabria No Se Vende califican la situación como intolerable y exigen una reforma estructural del sistema. «Las personas dependientes, sus familias y las trabajadoras están pagando el precio de un sistema externalizado que no garantiza ni la calidad del servicio ni unas condiciones laborales dignas», denuncian.
Este servicio es fundamental para el bienestar de las personas más vulnerables de la sociedad, y descuidarlo no solo agrava el sufrimiento de los afectados, sino que también evidencia una falta de responsabilidad y compromiso por parte de las administraciones y empresas implicadas. La crisis del SAAD en Cantabria refleja un modelo de gestión insostenible que requiere soluciones inmediatas para asegurar que los derechos de las personas dependientes y las trabajadoras sean respetados.














