Las noches de Copa siempre tienen algo distinto. Este jueves, a las 21.00 horas, el Sámano vivirá una de esas veladas que quedan grabadas en la memoria colectiva del fútbol cántabro. Su estreno en la Copa del Rey llega nada menos que ante el Deportivo de La Coruña, un histórico de la Liga que actualmente pelea en Segunda División por regresar a la élite.
El escenario no será El Vallegón, sino el estadio de Riomar, transformado para la ocasión en el corazón del fútbol castreño. Se espera una entrada cercana a los 3.000 aficionados, animados por los precios populares —23 euros en tribuna y 15 en grada— y por el ambiente especial de las grandes noches. “Estoy orgulloso y contento por nosotros, por la plantilla y por la afición. Poder tener un partido de primer nivel es algo ilusionante para todos”, destacó el entrenador samaniego, Jon Ander Lambea, en la previa.
El técnico afronta el duelo con ilusión y prudencia a partes iguales. A pesar del mal inicio liguero en Segunda RFEF, Lambea cree que la Copa puede servir como punto de inflexión. “Vamos a competir desde el primer minuto hasta el 95 o los que haga falta. Este es un partido de alta intensidad y respeto, pero sobre todo de ilusión”, señaló, consciente de que el verdadero objetivo liguero pasa por el siguiente compromiso ante el Marino de Luanco.
El Sámano llega con poco que perder y mucho que ganar. El formato a partido único, con prórroga y penaltis si persiste el empate, equilibra en cierta medida las fuerzas entre ambos conjuntos y da pie a soñar. “En el fútbol son once contra once y, en el campo, a veces suceden cosas”, recordaba el delantero Pedro Méndez, reflejando el espíritu de un vestuario que busca competir sin complejos.
El rival, el Deportivo de Antonio Hidalgo, parte como claro favorito. Octavo en Segunda y a solo dos puntos del ascenso directo, el conjunto gallego llega tras empatar en Riazor ante el Valladolid y con la intención de dar minutos a los menos habituales. “Tienen una ilusión tremenda. En estos partidos hay que igualar su intensidad porque a partido único todo es más parejo”, advirtió el propio Hidalgo, consciente de que cualquier despiste puede costar la eliminación.
Los castreños no podrán jugar en su estadio habitual al no cumplir los requisitos exigidos por la Federación, pero Riomar será su hogar por una noche. El club ha llamado a socios y vecinos de Castro Urdiales a teñir las gradas de naranja y convertir el duelo en una fiesta local. La cita va más allá del resultado: es un reconocimiento al trabajo diario de un club que ha crecido desde la humildad y que, por una noche, se coloca en el centro del mapa futbolístico nacional.
La Copa tiene estas cosas: escenarios modestos, sueños grandes y héroes inesperados. Riomar se prepara para una noche de fútbol, ilusión y orgullo castreño. Sea cual sea el desenlace, el Sámano ya ha ganado su lugar en la historia.














