La temporada estival concluye con cifras que invitan al optimismo en las playas cántabras. El dispositivo de vigilancia y salvamento de Cruz Roja ha finalizado este septiembre el operativo oficial de verano señalando un descenso del 6% en rescates, con 155 personas asistidas en situaciones de peligro en el agua o durante la práctica de deportes náuticos. El balance, que supone una bajada respecto a los 165 rescates del año anterior, está directamente relacionado con el esfuerzo preventivo y de atención que los equipos han desplegado a pie de playa en los catorce municipios costeros en los que Cruz Roja desarrolla su labor.
En el global de la temporada, los socorristas y sanitarios de Cruz Roja intervinieron en 4.134 ocasiones, un 8% menos que el pasado verano, siendo la mayoría atenciones derivadas de cortes, contusiones, mareos, lipotimias, picaduras y reacciones tras el contacto con medusas o peces como la araña. Es reseñable que 193 personas requirieron el traslado a un centro sanitario para una valoración médica más profunda. El responsable del servicio de playas, David Peinado de la Gala, atribuye esa bajada no solo a unas condiciones ambientales favorables sino, sobre todo, a la tarea constante de advertir y formar a los bañistas en la detección y evasión de riesgos, en colaboración con policías locales y servicios de emergencia municipales.
El trabajo de Cruz Roja en Cantabria va más allá del socorrismo convencional. A lo largo de la temporada, se han emitido miles de avisos para evitar imprudencias como zambullidas en zonas peligrosas, la salida de áreas vigiladas o el baño tras ingestas copiosas. Además, el dispositivo ha reforzado los servicios destinados a mayores y personas con diversidad funcional gracias al baño adaptado, una labor con creciente demanda en arenales como Los Peligros (Santander), Trengandín (Noja) y La Salvé (Laredo). Este verano, 197 personas pudieron disfrutar del mar con la ayuda de socorristas formados en apoyo y la utilización de sillas anfibias o apoyos técnicos.
El despliegue de Cruz Roja en la comunidad está integrado por un equipo muy diverso: socorristas acuáticos, patrones de embarcación, personal sanitario, técnicos de ambulancia y auxiliares de apoyo, todos coordinados para garantizar una respuesta eficaz ante cualquier incidencia. La entidad, que forma parte del mayor movimiento humanitario global y mantiene acuerdos tanto con administraciones públicas como privadas, insiste en que la concienciación y la colaboración ciudadana resultan decisivas para que el bañista disfrute seguro y para que la estadística de accidentes y emergencias continúe a la baja. Con la temporada alta ya completada, Cruz Roja mantiene activas operaciones en otros arenales donde la climatología o el turismo lo hacen necesario, recordando que el trabajo preventivo y asistencial no termina nunca en la costa cántabra.