El escritor, poeta y académico Álvaro Pombo (Santander, 1939) ha recibido este martes el Premio Cervantes 2024, el máximo reconocimiento a la literatura en lengua española. Con este galardón, Pombo se convierte en el tercer autor cántabro en lograr esta distinción, tras Gerardo Diego (1979) y José Hierro (1998).
La ceremonia, celebrada en la Universidad de Alcalá de Henares, ha estado presidida por los reyes de España y ha contado con un discurso del ministro de Cultura, Ernesto Urtasun, quien definió a Pombo como “un verso suelto y excepcional en las letras españolas contemporáneas”.
Ataviado con su inseparable gorro marinero y en silla de ruedas, Pombo recibió el homenaje con la serenidad de quien ha hecho de la escritura un modo de vida. Fue el también cántabro Mario Crespo quien leyó su discurso titulado Una fenomenología de la fragilidad, en el que el autor apeló al humor cervantino y a la defensa de una literatura que “cuenta el mundo para comprenderlo”.
En sus palabras, Pombo rindió tributo a Miguel de Cervantes y reivindicó el valor de los escritores en tiempos de fragilidad: “Una narrativa de la fragilidad puede ser inquebrantable”, afirmó. Con su característico tono irónico, lamentó la banalización del presente: “Nos hemos convertido entre influencers y mercachifles”.
El rey Felipe VI destacó la claridad, la bondad y la verdad como valores esenciales en la obra del autor santanderino, y señaló que Pombo ha defendido con firmeza el humor, la introspección y la búsqueda de lo trascendente, tanto en su narrativa como en su poesía. “Cada escritor tiene una misión de claridad”, expresó el monarca, reconociendo el impacto de Pombo en generaciones de lectores.
Pombo, autor de títulos como El héroe de las mansardas de Mansard o Santander, 1936, recibe este galardón a sus 85 años, con una trayectoria marcada por la originalidad, el pensamiento crítico y una prosa profundamente personal que ha enriquecido la literatura española desde los márgenes, pero siempre con voz propia.
El acto concluyó con la interpretación del Gaudeamus igitur y el tradicional recorrido por el claustro, en una jornada que ya forma parte de la historia literaria de España y, especialmente, de Cantabria, que suma un nuevo nombre ilustre a su legado cultural.
Con este reconocimiento, la literatura cántabra celebra a uno de sus más singulares representantes, cuya obra —entre la introspección filosófica, el humor y la ternura— continúa iluminando la experiencia humana con una mirada tan lúcida como inclasificable.