La economía cántabra cerró 2024 con el peor dato de crecimiento del país, un 2,5%, frente al 3,5% de medios nacionales, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero más allá del ritmo de avance, las cifras reflejan un cambio estructural en el modelo productivo de la comunidad: la industria pierde peso a favor del sector servicios, que se consolida como principal motor económico gracias al tirón del turismo, la hostelería y el comercio.
Por primera vez, la actividad turística y los servicios vinculados a ella han superado el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) de Cantabria, alcanzando el 20,4% según el dato avanzado por el INE. La industria, en cambio, continúa su retroceso hasta representar el 19,1% de la economía autonómica, frente al 21,4% que suponía en 2022. En solo dos años la pérdida es de 2,3 puntos porcentuales.
El Gobierno de Cantabria atribuye este descenso en el peso industrial al elevado coste de la energía, que limita la competitividad de las empresas locales frente a las de países con mayores ayudas estatales, como Francia o Alemania. Sin embargo, los nuevos datos del INE muestran que este factor no explica toda la tendencia. Comunidades comparables, como Asturias, han logrado aumentar su peso industrial del 16,9% al 18,7% en el mismo periodo y bajo el mismo contexto energético.
Pese a la caída, la economía industrial cántabra se mantiene entre las más avanzadas de España: supera la media nacional y casi duplica el peso del sector en Andalucía (10,6%), aunque se queda lejos del 26,7% de Navarra. La preocupación del Ejecutivo autonómico radica en la distancia creciente respecto al objetivo de alcanzar el 25% de PIB industrial fijado en la Hoja de Ruta para la Reindustrialización Sostenible de Cantabria , firmada en marzo de 2023.
Ese documento —consensuado por partidos y agentes económicos— subrayaba la necesidad de fortalecer la base productiva y la capacidad industrial como herramienta para garantizar empleos de calidad y reducir la dependencia del exterior. Reconocía además el impacto de la pandemia, las disrupciones en la cadena de suministro y la crisis energética como catalizadores de un “consenso generalizado” a favor de reforzar la industria. Sin embargo, el objetivo, descrito como una meta a medio plazo, se aleja ante la tendencia actual.
Mientras tanto, los sectores más ligados al turismo protagonizan el crecimiento. En 2024 Cantabria alcanzó un nuevo récord de visitantes y la hostelería, el comercio y el transporte fueron los ámbitos más beneficiados. Sin embargo, este impulso turístico no ha tenido el mismo reflejo en el conjunto del PIB como sí ha ocurrido en otras comunidades con fuerte dependencia del sector, como las Islas Baleares, Canarias o Murcia, todas ellas entre las que más crecieron ese año, con tasas superiores al 4%.
El resto de sectores mantiene comportamientos desiguales. La aportación del sector público se mantiene estable desde hace dos décadas, con un peso del 16,8% del PIB, mientras que la construcción continúa en niveles bajos y representa solo el 5,9% de la economía cántabra, la mitad de lo que se suponía en 2006, en pleno auge inmobiliario.
El sector primario, que engloba la ganadería, la agricultura y la pesca, aporta actualmente el 1,6% de la riqueza cántabra —muy lejos del 4,4% que tenía en el año 2000— aunque en 2024 registró su mejor dato de productividad en diez años. La explicación está en que genera más valor con menos personal: apenas 5.500 trabajadores frente a los 36.800 del sector industrial y los más de 71.000 empleados en los servicios. En términos de riqueza generada, la diferencia entre la industria y los servicios es ya de solo 1,3 puntos.
Con estas cifras, Cantabria encara el nuevo ejercicio con un reto claro: revertir la tendencia hacia una economía cada vez más terciarizada y mantener vivo el objetivo de reforzar su tejido industrial, la piedra angular en la que el Gobierno autonómico aspira a sustentar el crecimiento a medio plazo.













