Se intuía que iba a ser duro, y así ha sido: la primera jornada de la huelga médica convocada hasta el viernes ha dejado el sistema sanitario cántabro patas arriba. Quirófanos parados salvo los de urgencia vital e inaplazable, miles de consultas canceladas en centros de salud y hospitales, y Urgencias bajo una presión que ha ido en aumento conforme avanzaban las horas. Por la mañana, las salas de espera aún parecían un día cualquiera, pero pronto las ausencias han vaciado pasillos –un contraste brutal en Valdecilla Sur con el bullicio habitual–, dejando a pacientes cabreados que volvían a casa con citas pendientes. Profesionales consultados hablan de una «respuesta alta» a la movilización contra la reforma del Estatuto Marco del Ministerio de Sanidad, en defensa de unas condiciones laborales que peligran.
El lunes aguantó el puente sin grandes sobresaltos en adultos, pero Pediatría ha sido el talón de Aquiles: servicios de Urgencias infantiles han registrado el pico máximo del año, con más de 800 niños en plena rampa de infecciones respiratorias y gripe disparada. La huelga nacional, que se extiende por toda España hasta el viernes, coincide con este vendaval vírico justo antes de Navidad, y los médicos insisten en que no hay otra: «cansancio acumulado» que exige un estatuto propio con estabilidad laboral frente a contratos precarios, cargas razonables para atender sin prisa y diagnósticos precisos. «El problema pone en riesgo la calidad asistencial», repiten en sus comunicados, mientras los servicios mínimos del SCS cubren lo urgente y oncológico.
La Consejería de Salud ha reconocido al mediodía de ayer «bastante impacto» con 774 médicos en huelga de los 2.211 de la plantilla del SCS –un 35%–, lamentando molestias a pacientes y el varapalo a listas de espera por una semana de actividad programada perdida. El Sindicato Médico matiza que solo la mitad o menos podía sumarse, restando vacaciones obligatorias antes del 15 de diciembre, libranzas y mínimos: «Eso significa un 70% de los disponibles, un rotundo éxito». Por gerencias, Atención Primaria lidera con 212 parados (42%), Valdecilla suma 416 de 1.330 (31,28%), Sierrallana-Tres Mares 96 de 226 (42,48%) y Laredo 50 de 152 (32,89%). Sanidad «siente profundamente» las suspensiones, imposibles de prever en una huelga nacional.
El consejero César Pascual carga contra el borrador ministerial por «sin diálogo, consenso ni rigor», que solo ha unido al sector en contra sin resolver falta de personal, condiciones laborales ni financiación estable. Pide reformarlo desde cero con mesa de diálogo real –comunidades, colegios, sindicatos, sociedades científicas– y memoria técnica para PGE viables. «Genera conflicto sin soluciones, mala noticia para ciudadanos con cancelaciones y retrasos por política irresponsable del Gobierno central», critica, en un contexto de quejas crecientes por su gestión, listas de espera y rural. La Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública rechaza el timing: «Reivindicaciones legítimas no justifican perjuicios masivos».
La protesta sigue con más días por delante y manifestación el jueves desde Valdecilla a la Delegación en Santander. Ambulatorios con plantillas raquíticas, hospitales como Valdecilla semivacíos y Sierrallana con Urgencias saturadas muestran el pulso. Médicos reivindican tiempo para pacientes y estabilidad; el Gobierno habla de coordinación para no alargar respuestas en emergencias. Mientras, pacientes protestan por esperas eternas –»si no pregunto, me paso la mañana»– y el SCS sostiene mínimos. Cuatro días que tensan la sanidad cántabra, con reprogramaciones que se acumularán y el debate sobre si el Estatuto Marco es la puntilla o la solución que nunca llega.














