María José Sáenz de Buruaga, presidenta del Gobierno de Cantabria, ha dejado claro este martes que no hay «ninguna novedad» en el frente de los presupuestos para 2026, aunque su Ejecutivo mantiene la puerta abierta a la escucha y al diálogo con la oposición. A preguntas de los periodistas en Miengo, donde ha presidido el arranque de las obras de la CA-322 entre Mogro y Mar, Buruaga ha repetido que está dispuesta a negociar unas nuevas cuentas si PRC, PSOE o Vox muestran ahora una «voluntad de acuerdo» que no tuvieron antes, o si presentan propuestas concretas que no habían puesto sobre la mesa.
La situación no ha cambiado mucho desde el Pleno del Parlamento del 24 de noviembre, cuando los tres grupos de la oposición votaron en bloque a favor de sus enmiendas a la totalidad contra el proyecto de ley presupuestaria, devolviéndolo al Gobierno sin más trámites. Aquel varapalo dejó al Ejecutivo popular sin las cuentas previstas para el próximo ejercicio, y Buruaga ha insistido en que su prioridad absoluta es evitar que la comunidad autónoma se quede paralizada. Por eso, su equipo ya trabaja a fondo en el escenario de prórroga presupuestaria, preparando todo para que el 1 de enero las cosas sigan rodando con «absoluta normalidad» pese a los menos recursos y mayor dificultad que anticipa.
«Mi objetivo es seguir con la misma intensidad y celeridad, porque Cantabria sigue funcionando y tiene que seguir haciéndolo», ha asegurado la presidenta, consciente de que el contexto económico aprieta más que nunca y exige esfuerzos extra. Ha evitado entrar en detalles sobre posibles cesiones, pero ha dejado caer que cualquier avance depende de que la oposición dé un paso al frente con ideas reales, después de que su rechazo inicial cerrara esa ventana. Es un mensaje que repite desde hace semanas: el diálogo está ahí, pero no a cualquier precio, y el Gobierno no va a quedarse de brazos cruzados esperando.
Sobre el ultimátum que lanzó en el último Pleno –adelanto electoral si hay «bloqueo absoluto» por parte de la oposición–, Buruaga ha matizado que «es pronto para eso». Aun así, ha defendido que planteárselo es «bueno» para anticipar escenarios futuros y no pillar desprevenido al Ejecutivo. No ha cerrado la puerta del todo, pero ha rebajado la tensión, priorizando la estabilidad inmediata sobre cualquier movimiento electoral prematuro. Esta postura llega en un momento en que el PP gobierna en minoría y necesita apoyos para sacar adelante cualquier iniciativa legislativa de calado.
La visita a Miengo ha servido de escenario para estas declaraciones, en un acto que simboliza el pulso normal de la gestión diaria: obras en marcha, inversión pública fluyendo pese a las trabas parlamentarias. Buruaga ha usado el momento para reiterar que su Gobierno no va a bajar el ritmo, aunque las cuentas prorrogadas limiten el margen de maniobra. Para los populares, la pelota está ahora en el tejado de PRC, PSOE y Vox, que tendrán que decidir si entran al trapo de unas negociaciones que la presidenta dice mantener vivas o si prefieren prolongar la incertidumbre presupuestaria en una comunidad autónoma que no puede permitirse parones. El reloj corre, y el 1 de enero acecha sin que, por ahora, haya humo blanco a la vista.














