La huelga de médicos convocada por la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos comienza este martes en toda España y pone a prueba la resistencia del sistema sanitario cántabro. Cuatro días de paros, del 9 al 12 de diciembre, coincidiendo con el repunte de la gripe tras el puente de la Constitución, obligan al Servicio Cántabro de Salud (SCS) a jugársela con servicios mínimos que priorizan urgencias e ingresos hospitalarios, dejando en el aire consultas, cirugías programadas y pruebas diagnósticas. Responsables del SCS no esconden su inquietud por el impacto en “millas de pacientes” en un momento ya de por sí tenso.
El subdirector de Asistencia Sanitaria, Pablo Serrano, ha advertido que la mayor parte de la actividad ordinaria queda desprotegida por estos mínimos, equiparándose a lo que se cubre un domingo cualquiera: atención urgente, hospitalizaciones y altas para rotar camas. “Se ha programado como un día normal porque respetar el derecho a huelga es ley, pero no descartamos saturación en planta”, ha explicado Serrano, con 25 años de experiencia como gestor y sin precedentes de una movilización médica tan extensa en la comunidad autónoma.
La protesta, que incluye una manifestación el jueves por la mañana, llega en el peor momento posible. Los centros de salud y hospitales salen de tres días festivos con agendas saturadas, y la Consejería de Salud prevé que el pico gripal golpee en torno a Navidad o justo después, aunque los datos del jueves pasado aún marcan un nivel bajo. El consejero César Pascual ha confirmado el crecimiento de casos, lo que agrava el reto: sin médicos de cabecera disponibles, los SUAP y urgencias hospitalarias podrían verse desbordados por pacientes que no encuentran atención primaria.
Los facultativos reclaman al Ministerio de Sanidad un Estatuto Marco específico que reconoce su singularidad profesional, reclasificación en grupo superior, cómputo de horas extra para jubilación, un régimen de incompatibilidades menos restrictivo y equiparación retributiva por igual trabajo. Denuncian además la exclusividad impuesta a mandos intermedios y diferencias salariales injustificadas. El PRC ya ha pedido que los médicos participen en la elaboración de este texto normativo.
Los servicios mínimos aprobados por el Gobierno de Cantabria —urgencias, quimioterapias, cirugías oncológicas o colonoscopias indelegables— han sido recurridos por el Sindicato Médico, cuyo vicepresidente Santiago Raba los tacha de “despropósito” y “juego sucio”. Acusa al SCS de amenazar con no computar estos días para la carrera profesional, lo que deja a los propios huelguistas en desventaja. “La guerra es total”, ha lamentado, previendo más listas de espera que se arrastrarán meses.
El SCS calcula que la movilización afectará a millas de usuarios, con posibles de contingencia como ampliar camas o posponer medidas no esenciales. Pero con personal mermado, estas soluciones podrían volverse contraproductores. Serrano insiste en que el gran desafío será recuperar la actividad aplazada: “Veremos cómo el sistema rebota tras estos cuatro días”.
En este pulso entre dignidad profesional y continuidad asistencial, los pacientes pagan el pato. La huelga no solo alarga colas de cierre de año, sino que complica la gestión gripal en fiestas, cuando la demanda siempre se dispara. El SCS apela a la comprensión ciudadana mientras negocia con los sindicatos, pero las tensiones entre el Ejecutivo del PP y los médicos parecen lejanas de resolverse. La manifestación del jueves servirá de termómetro para medir el pulso real de la protesta en las calles cántabras.














