El Museo Cántabro del Ferrocarril, situado en Santander junto a las vías del tren, ha sido incluido recientemente en la lista roja del patrimonio de Hispania Nostra, señalando un futuro marcado por la incertidumbre y la amenaza de pérdida tanto patrimonial como histórica. Esta situación responde a que el proyecto de integración ferroviaria de la ciudad obliga al desalojo y eventual derribo del edificio que actualmente alberga el museo y la Asociación Cántabra de Amigos del Ferrocarril (ACAF), donde operan bajo un contrato de arrendamiento.
Uno de los principales puntos de preocupación es que, hasta la fecha, no se ha definido un nuevo espacio donde se trasladará, ni siquiera de forma provisional, todo el valioso contenido del museo. Tampoco se ha confirmado la creación ni la gestión de un futuro Museo del Ferrocarril que pueda acoger este material, dejando en el aire la continuidad y el cuidado de ese patrimonio fundamental para Cantabria.
El museo alberga una amplia colección de elementos del patrimonio ferroviario e industrial vinculados a Cantabria, desde piezas pequeñas como un silbato de mano y un uniforme hasta grandes locomotoras históricas, entre las que destaca la quitanieves de mayor tamaño en España fabricada en 1912. Además, cuenta con un telégrafo del siglo XIX, un diorama contemporáneo, una biblioteca especializada y un archivo documental y fotográfico de gran relevancia. La mayoría de estas piezas forman parte del Inventariado General del Patrimonio Cultural de Cantabria y se encuentran en excelente estado, fruto de procesos cuidadosos de conservación y restauración.
Gran parte del material expuesto es fruto de préstamos o cesiones de otras entidades, como la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, las sociedades públicas regionales MARE y SODERCAN, y empresas privadas como Global Steel (Grupo CELSA). Estos acuerdos de cesión incluyen cláusulas que garantizan la correcta conservación y custodia de las piezas durante su exhibición en el museo.
Ante este escenario, las organizaciones defensoras del patrimonio y la propia Asociación Cántabra de Amigos del Ferrocarril alertan del riesgo que supone el vacío informativo y la falta de garantías sobre el futuro del museo y de su valioso contenido, evidenciando una amenaza real para la permanencia y el reconocimiento de la historia ferroviaria de Cantabria en su tierra natal.














