El Grupo EvoAdapta de la Universidad de Cantabria ha encabezado una investigación pionera que sitúa al quebrantahuesos como un auténtico «arqueólogo de la naturaleza». Según este trabajo, publicado en la revista Ecology y liderado por la catedrática Ana B. Marín-Arroyo junto al investigador del CSIC Antoni Margalida, los nidos de este emblemático buitre actúan como cápsulas del tiempo y conservan restos biológicos y objetos humanos de enorme valor histórico, acumulados durante siglos en zonas donde la especie desapareció hace más de 70 años.
El estudio, que tiene su origen en 2008, se inició con el propósito de analizar la dieta del quebrantahuesos para reforzar los programas de reintroducción, pero terminó combinando métodos arqueológicos, etnográficos y ecológicos para arrojar nueva luz sobre la interacción entre estas aves y su entorno. Tras examinar doce nidos históricos del sur de España, los científicos recuperaron 2.483 restos, de los que casi el 10% eran objetos manufacturados por humanos, como fragmentos de cestería de esparto, cuerdas y piezas de cuero y textiles. Llama la atención el hallazgo de piezas con más de seis siglos de antigüedad, como una alpargata y un fragmento de máscara decorada, y un virote de ballesta del siglo XIII, lo que demuestra la capacidad de estos nidos para conservar testimonios materiales del pasado.
La investigación confirma que el quebrantahuesos selecciona cuidadosamente materiales naturales y producidos por el ser humano para construir y termorregular sus nidos, que ubica en refugios rocosos con condiciones microclimáticas muy estables. Este comportamiento ha permitido la preservación, en perfecto estado, tanto de recursos de su dieta medieval como de vestigios de la vida cotidiana de las comunidades rurales: desde objetos domésticos hasta materiales artesanales y restos de fauna que permiten conocer la evolución de la ganadería y la fauna salvaje en las montañas mediterráneas a lo largo de la historia.
Los autores del trabajo subrayan que el quebrantahuesos no solo es un bioindicador clave para monitorear la salud de los ecosistemas de montaña, sino que sus nidos antiguos representan un museo natural y cultural en sí mismos. El uso de técnicas avanzadas, como la datación por carbono 14 y el análisis proteómico en materiales arqueológicos, ha confirmado la presencia de restos ovinos y ha permitido identificar cambios en la dieta y en el entorno ecológico desde la Edad Media hasta la actualidad.
Esta línea de investigación abre nuevas posibilidades tanto para la ecología como para la arqueología, y refuerza la importancia de estudiar el pasado biocultural y de fomentar la colaboración interdisciplinar entre naturalistas, arqueólogos y etnógrafos. El quebrantahuesos, una de las especies más amenazadas del continente, se revela así no sólo como protagonista de los programas de conservación, sino como guardián involuntario de la memoria ecológica y cultural compartida del sur de la península ibérica.