La presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, ha defendido con firmeza el actual modelo turístico de la región frente a las críticas sobre posibles problemas de masificación. Durante una comparecencia ante los medios, la líder popular reconoció que efectivamente existen unos 40 días al año con alta ocupación, pero rechazó categóricamente que esto pueda calificarse como «masificación turística». Buruaga prefiere hablar de un momento «espléndido y excelente» para el sector, que está batiendo todos los récords y generando un impacto económico muy positivo en la comunidad autónoma.
Las declaraciones de la presidenta llegan en un contexto marcado por la reciente polémica del botellón masivo en la playa de El Puntal de Somo y las críticas de diversos colectivos vecinales y políticos sobre los efectos negativos del turismo en determinadas zonas de Cantabria durante los meses de verano. Buruaga fue especialmente contundente al desmentir cualquier comparación de la región con destinos como Ibiza o Magaluf, calificando estas analogías de completamente desacertadas y perjudiciales para la imagen de Cantabria.
Desde la oposición, el partido Cantabristas ha respondido con dureza a las declaraciones de la presidenta, acusando al gobierno regional de practicar un «negacionismo» que no se corresponde con la realidad que viven muchos habitantes de la región durante los meses estivales. Según esta formación política, los problemas de saturación en playas, carreteras y servicios básicos son palpables y afectan directamente a la calidad de vida de los residentes, algo que consideran que el Ejecutivo autonómico no está abordando con la suficiente seriedad.
Buruaga, por su parte, ha alertado sobre lo que considera un peligroso discurso de «turismofobia» que algunos colectivos y fuerzas políticas estarían promoviendo. La presidenta ha subrayado la importancia estratégica del sector turístico, que genera alrededor del 12% del PIB regional y cerca del 10% del empleo en Cantabria, según los datos que ha aportado. Para la líder popular, demonizar esta actividad económica constituye una «grave irresponsabilidad» que podría perjudicar seriamente a una de las principales industrias de la región.
El gobierno autonómico defiende un modelo de desarrollo turístico basado en la sostenibilidad y la calidad, con especial atención a cuatro ejes fundamentales: la diversificación de la oferta, la desestacionalización, la internacionalización y la descentralización territorial. Buruaga ha insistido en que proteger el patrimonio natural y cultural de Cantabria es perfectamente compatible con el desarrollo del turismo, siempre que se haga desde el «respeto y el equilibrio», en contraposición a lo que ha denominado «fundamentalismo ideológico» de algunos de sus críticos.
Este debate sobre la capacidad de carga turística en Cantabria refleja la tensión existente entre los evidentes beneficios económicos que reporta el sector y los impactos sociales y ambientales que genera, especialmente durante los meses de verano. Mientras el gobierno regional celebra los récords de visitantes y los indicadores económicos positivos, amplios sectores de la sociedad cántabra reclaman medidas más contundentes para gestionar los flujos turísticos y proteger la calidad de vida de los residentes en las zonas más afectadas por la presión turística.