La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria celebra este jueves a primera hora un polémico juicio por abusos sexuales a menores. En el banquillo, un hombre con esquizofrenia y un 70% de discapacidad reconocida, acusado de haber abusado de su sobrino cuando el niño tenía ocho años.
El caso presenta una rara división institucional: mientras el Gobierno de Cantabria, como acusación particular, exige cuatro años de prisión y medidas de alejamiento, el Ministerio Público ha pedido el sobreseimiento al considerar que no hay pruebas suficientes.
Un entorno familiar desestructurado
Los hechos se remontan al periodo en que el menor vivía con su abuelo y su tío -el ahora acusado- tras el fallecimiento del primero. Según los documentos judiciales, madre y padre estaban separados, y la primera había delegado el cuidado del niño en su hermano.
El escrito de acusación detalla que ambos compartían cama y describe al menor con «signos evidentes de desprotección». La denuncia saltó cuando el niño relató «de forma explícita» las conductas sexuales que, según su testimonio, mantenía su tío con él.
Indicios psicológicos y contradicciones
Los informes psicológicos aportados al caso señalan que el menor presenta «conductas hipersexualizadas inapropiadas para su edad», además de miedos irracionales y reacciones emocionales desproporcionadas. Los expertos que lo tratan apuntan a un posible «síndrome de acomodación al abuso», que explicaría su actual rechazo visceral hacia el acusado y su silencio sobre los hechos.
El ICASS asumió la tutela urgente del niño tras declararlo en situación de desamparo. Ahora, el Gobierno regional no solo pide prisión, sino también cinco años de libertad vigilada e inhabilitación para trabajar con menores.
El juicio promete ser controvertido, con un acusado con graves problemas mentales y un sistema de protección infantil que cree firmemente en el testimonio del menor. La sentencia podría marcar un precedente en casos similares.