El Parque de la Naturaleza de Cabárceno ha sumado recientemente tres nuevas especies de serpientes venenosas asiáticas a su Reptilario, entre ellas la víbora del musgo (Protobothrops mangshanensis), considerada en serio peligro de extinción. La incorporación forma parte de la estrategia del parque por especializarse en especies venenosas y ampliar su colección, una de las más importantes de Europa.
Los nuevos ejemplares, nacidos en cautividad, han llegado a Cantabria gracias a la colaboración con el programa europeo de protección de especies en peligro (EEP) y la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA). A los dos ejemplares jóvenes de víbora del musgo, procedentes del zoo de Zagreb, se suman un crótalo azul (Trimeresurus insularis) y dos víboras del manglar (Trimeresurus prupureomaculatus), ambos cedidos por Faunia (Madrid).
El director del parque, Míchel Valdés, ha destacado que estas incorporaciones refuerzan la labor de conservación, educación e investigación que Cabárceno desarrolla con reptiles, especialmente con especies venenosas. En la misma línea, Antonio Moro, conservador de reptiles del parque, ha recordado el valor biomédico del veneno de serpiente, utilizado en el desarrollo de tratamientos contra enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o el cáncer.
La víbora del musgo, descubierta en los años noventa, cuenta con apenas unos 400 ejemplares en estado salvaje, restringidos a una zona montañosa del sur de China. Su camuflaje mimético y su capacidad de atraer presas con el movimiento de su cola la convierten en una especie única, capaz de alcanzar los dos metros de longitud.
Las otras dos especies, también nocturnas y arbóreas, comparten la familia Viperidae y poseen fosetas termorreceptoras que les permiten detectar con precisión a sus presas de sangre caliente. El crótalo azul, endémico de islas indonesias, destaca por su vibrante color turquesa, mientras que la víbora del manglar, más robusta, presenta tonalidades que van desde el verde al púrpura o negro.
El Parque de Cabárceno continúa trabajando en la conservación ex situ de reptiles como vía para proteger especies amenazadas, sensibilizar a la población y fomentar el conocimiento sobre su papel fundamental en los ecosistemas.