¿Qué pasará con nuestras playas en las próximas décadas? El cambio climático está acelerando la erosión costera y el aumento del nivel del mar, pero predecir con exactitud cómo afectará a cada tramo de litoral sigue siendo un desafío científico. Un estudio publicado en Coastal Engineering arroja ahora luz sobre este problema, tras comparar el rendimiento de cinco modelos numéricos diseñados para anticipar los cambios en la línea de costa.
La investigación, liderada por la Dra. Oxana Repina de la Universidad de Wollongong (Australia), se ha centrado en la playa de Narrabeen-Collaroy, al norte de Sídney. Este enclave cuenta con uno de los registros costeros más completos del mundo: cuatro décadas de mediciones recopiladas por el Water Research Laboratory de la Universidad de Nueva Gales del Sur y, anteriormente, por la Universidad de Sídney.
El trabajo, en el que ha participado el investigador Camilo Jaramillo Cardona del IHCantabria (Universidad de Cantabria), revela que ningún modelo destaca claramente sobre los demás, pero sí permite identificar cuáles funcionan mejor según las condiciones de cada playa. «Los modelos híbridos, que combinan procesos transversales y longitudinales, suelen ofrecer resultados más precisos», explica Jaramillo. Sin embargo, el estudio también detecta que algunos sistemas son muy sensibles a errores en los datos del oleaje, lo que exige ajustes para mejorar su fiabilidad.
Implicaciones para la gestión costera
Los resultados tienen una aplicación directa en la planificación de infraestructuras y la protección de zonas vulnerables. «Este análisis nos ayuda a entender qué modelos son más adecuados para cada escenario, lo que es clave para tomar decisiones basadas en la ciencia», destaca el investigador.
El estudio subraya la complejidad de predecir la evolución de playas encajadas, donde factores como las corrientes o el tipo de arena influyen en su comportamiento. Entre los coautores figuran expertos de Australia, Nueva Zelanda y España, incluido el profesor Andrew Short, pionero en el estudio de esta playa.
Con el avance del cambio climático, herramientas como estas serán esenciales para proteger ecosistemas, diseñar costas resilientes y evitar pérdidas económicas. «No se trata solo de ciencia, sino de dar respuestas prácticas a quienes gestionan nuestro litoral», concluye Jaramillo.