El portavoz del PRC en el Ayuntamiento de Santander, Felipe Piña, ha instado a la alcaldesa, Gema Igual, a tomar medidas urgentes para la rehabilitación de la Casa Rosales, un emblemático inmueble que, según advierte, corre el riesgo de desaparecer si no se actúa de inmediato.
Tras visitar el interior de la casona, recientemente incluida en la Lista Roja del Patrimonio por su estado de abandono y el peligro estructural que presenta, Piña ha comprobado de primera mano el avanzado deterioro del edificio.
Por ello, ha reclamado una «recuperación inminente» de este bien patrimonial de la ciudad, con el objetivo de ponerlo en valor y permitir que tanto santanderinos como visitantes puedan disfrutar de un espacio único, que además es de titularidad municipal.
Un compromiso pendiente desde 2022
El regionalista ha recordado que el Pleno municipal aprobó por unanimidad, en noviembre de 2022, una propuesta del PRC para rehabilitar la Casa Rosales y su entorno, de unos 6.000 metros cuadrados. El plan incluía además la convocatoria de un concurso de ideas para definir su futuro uso.
Sin embargo, ante la falta de avances por parte del equipo de Gobierno, el PRC propuso en octubre del año pasado convertir el inmueble en un centro de visitantes del Geoparque Costa Quebrada, una iniciativa que fue rechazada por el Partido Popular.
Piña ha agradecido a la Concejalía de Urbanismo y a los técnicos municipales la oportunidad de acceder al interior de la casona y conocer su estado de primera mano.
Un edificio con historia
Ubicada en la avenida del Faro, número 22, dentro de la finca Mataleña, la Casa Rosales es un claro ejemplo del deterioro del patrimonio arquitectónico de Santander. Construida en 1933 por Valentín Ramón Lavín Casalís, arquitecto responsable de edificios tan emblemáticos como el de Bomberos Voluntarios o la Quinta Los Pinares, la casona fue concebida como una residencia familiar del director de la Compañía General de Tabacos de Filipinas.
A lo largo de su historia, el inmueble tuvo diversos usos, entre ellos, el de sede del Gobierno Vasco tras la caída de Bilbao, cuando fue incautada por el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos.
Hoy, la Casa Rosales es testigo de un abandono progresivo, motivo por el que el PRC insiste en su recuperación antes de que el deterioro sea irreversible.