Nueve meses después del asesinato de Silvia López Gayubas, quien fue atacada en su casa de Castro Urdiales por sus dos hijos adolescentes, el Juzgado de Menores de Santander ha emitido una sentencia firme. Esta condena establece una pena de seis años de internamiento en un centro cerrado para el hijo mayor, que en el momento del crimen tenía 15 años y acababa de cumplir los 16 poco después. La jueza ha aplicado la pena máxima que permite la Ley del Menor para su edad, una medida destinada a la reeducación y no a una condena penal tradicional. Si el joven hubiese tenido cumplidos los 16 años al momento de los hechos, la medida podría haberse ampliado hasta diez años. La noticia ha sido publicada en exclusiva por El Diario Montañes, y este medio se hace eco de todo lo publicado por el decano de la prensa de Cantabria.
La sentencia, resultado de un acuerdo entre las partes, también impone tres años de libertad vigilada para el acusado después de cumplir su internamiento. Asimismo, se le prohíbe acercarse a menos de 300 metros de su padre, sus abuelos y su tío materno, quienes han ejercido la acusación particular. Además del asesinato, el adolescente ha sido condenado por un delito de agresión sexual, ya que, durante el ataque, y según detalla la sentencia, el menor actuó con “ánimo libidinoso” al desvestir y agredir a su madre tras apuñalarla.
La sentencia describe cómo, el 7 de febrero de 2024, ambos hermanos habrían planeado el ataque. Según el relato de los hechos, atacaron a Silvia cuando ella estaba sola en la cocina de la vivienda familiar. La sentencia menciona que el hermano menor, que es inimputable por su edad, sujetó a su madre desde atrás mientras el acusado mayor la apuñalaba en la cabeza y el cuello. A pesar de intentar defenderse, la gravedad de las heridas le impidió escapar. Tras el ataque inicial, el hijo mayor le colocó dos bolsas en la cabeza y otra en la zona genital y ató su cuerpo con cinta. Luego ambos jóvenes trasladaron el cuerpo al garaje e intentaron colocarla en el automóvil familiar con el fin de deshacerse de él. Tras el fracaso de este intento, decidieron limpiar las huellas de sangre y dejaron una nota con la palabra «ayuda» en la cocina para aparentar un secuestro.
Posteriormente, los hermanos abandonaron el lugar y se dirigieron al centro de Castro Urdiales, donde pasaron varias horas. Fue entonces cuando recibieron repetidas llamadas de su abuela. Finalmente, el hijo mayor respondió afirmando que ambos habían sido «secuestrados», una afirmación que la abuela informó a la Guardia Civil. La policía encontró el cuerpo de Silvia en el coche y, poco después, localizó a los hermanos en un parque cercano.
La autopsia concluyó que Silvia murió a causa de una hemorragia masiva derivada de tres heridas de arma blanca en la nuca, acompañadas de múltiples heridas en la cabeza, además de signos de estrangulamiento y golpes. A pesar de la gravedad de los hechos, el acusado no ha recibido ninguna atenuante por su estado mental, ya que la jueza considera que los actos fueron premeditados y conscientes.
Con esta sentencia, que aplica la pena máxima prevista en la jurisdicción de menores, el tribunal da por cerrado el caso a falta de posibles apelaciones, aunque se asegura un seguimiento especial del joven tras su tiempo en el centro de reeducación, con la expectativa de que esta medida contribuya a evitar futuros actos violentos.












