El Racing se despidió de la temporada de la forma más cruel posible: con una goleada en Anduva que borra de golpe meses de ilusión, trabajo y comunión con la grada. La derrota por 4-1 ante el Mirandés, en la vuelta de la primera ronda del playoff de ascenso, supuso un mazazo para un equipo que durante muchas semanas soñó con todo, lideró la clasificación y llenó una y otra vez los Campos de Sport. Pero la eliminatoria, marcada por errores defensivos impropios de un conjunto con aspiraciones de subir, terminó con un castigo severo. Doloroso por el marcador, sí, pero también por cómo se gestó.
La apuesta de José Alberto fue arriesgada. Con Meseguer fuera por un virus, el técnico movió piezas y presentó un once con hasta cinco novedades. Manu Hernando regresó al eje de la zaga; Sangalli apareció en banda izquierda para tratar de frenar las subidas de Hugo Rincón; y en ataque, Karrikaburu volvió a ser titular pese a haber dejado mejores sensaciones saliendo desde el banquillo en las últimas semanas. El planteamiento sorprendió, y aunque en el arranque el Racing salió más enchufado que su rival, el primer golpe llegó pronto.
Minuto seis. Primera llegada del Mirandés y gol de Izeta. Una jugada sencilla, sin excesiva elaboración, que acabó en las redes de Ezkieta. El Racing no se vino abajo y respondió rápido. Andrés Martín, una vez más de los más activos, sirvió un centro medido al segundo palo que Maguette Gueye, entrando con todo, mandó a la red. Con el 1-1, el encuentro parecía abierto, sin un dominador claro pero con más presencia ofensiva por parte de los cántabros. Andrés volvió a tener una clara, tras un pase largo de Vencedor, pero se entretuvo demasiado y la ocasión se esfumó. No estaba la noche para regalar nada.
El partido se fue al descanso con empate, pero en la segunda mitad llegó el descalabro. Y no fue por mérito del rival, sino por deméritos propios. En apenas seis minutos, entre el 63 y el 69, el Racing se deshizo por completo. Primero, un balón que Izeta intenta poner al área acaba tocando en Ezkieta y se cuela en su propia portería. Después, un disparo de Hugo Rincón golpea en Javi Castro y, con la misma fortuna torcida, también termina dentro. 3-1. Dos goles en propia puerta que desangraron al equipo, al banquillo y a una afición que empezaba a entender que la historia no iba a tener final feliz. El cuarto tanto, obra otra vez de Izeta con un disparo seco a la escuadra, puso la puntilla.
Los últimos veinte minutos fueron un trámite doloroso. José Alberto movió el banquillo más por inercia que por fe: entraron Aldasoro, Pablo Rodríguez, Rober González y Lago Junior. Pero ya no había respuesta. Ni desde la pizarra ni desde el alma. Solo quedaba resistir la frustración, con los jugadores descolocados y el equipo emocionalmente roto. Arana, visiblemente superado, se jugó la expulsión en una acción sin sentido. El árbitro, generoso, alargó el partido nueve minutos. Un añadido que solo sirvió para alargar la agonía.
La imagen al final del encuentro fue el reflejo de la noche: rostros hundidos, algún jugador llorando y José Alberto con las manos en los bolsillos, la americana ya puesta, tratando de recomponerse antes de ir a agradecer el apoyo a los aficionados racinguistas desplazados. Más de 500 hinchas que llenaron la calle Francisco Cantera antes del partido, que creyeron hasta el final y que no merecían ese desenlace.
“No es el final que merecíamos”, reconoció el técnico en sala de prensa. Una frase que resume bien lo vivido en Miranda, pero que también deja abierta la autocrítica. Porque el Racing fue de más a menos en este tramo final de temporada, y la gestión de los partidos importantes no estuvo a la altura de lo que se esperaba de un candidato al ascenso.
Ahora toca parar, pensar, analizar con frialdad y recargar energía. La herida está abierta y tardará en cerrar. Pero si algo ha demostrado este Racing —a lo largo de sus 112 años de historia— es que sabe caerse, sí, pero también sabe levantarse. El próximo curso habrá otra oportunidad. Otra ilusión. Otra batalla. De momento, toca lamerse las heridas. Y empezar de nuevo.
FICHA TÉCNICA
CD Mirandés: Raúl Fernández, Rincón, Egoluz, Gorrotxa (Carlo, 90), Panichelli, Reina (Martín, 89), Tomeo, Izeta (Postigo, 83), Lachuer (Tachi, 89), Benito (Joel Roca, 83) y Parada.
Racing: Ezkieta, Michelin (Rober González, 78), Manu Hernando, Javi Castro, Mario García; Maguette (Pablo Rodríguez, 78), Unai Vencedor (Aldasoro, 78), Andrés, Vicente (Lago Junior, 85), Sangalli; Karrikaburu (Arana, 58).
Árbitro: Guzmán Mansilla (andaluz). Amonestó a los verdiblancos Vicente, Andrés y Manu Hernando, así como a los locales Eguiluz y Tachi.
Goles: 1-0. Minuto 8. Izeta; 1-1. Minuto 12. Maguette; 2-1. Minuto 63. Tomeo; 3-1. Minuto 65. Hugo Rincón; 4-1. Minuto 69. Izeta.
Incidencias: vuelta de la primera eliminatoria del playoff de ascenso a LaLiga EA Sports. Anduva. 5.345 espectadores, entre los que había 500 racinguistas.